domingo, 10 de junio de 2007

Sesion 4 - Parte 2

A la mañana siguiente seguimos con el viaje, no soplaba viento pero seguía nevando y la maldita niebla parecía que aun fuera más espesa que el día anterior. Seguimos andando, yo como siempre abstraído, sumido en mis pensamientos sobre como mejorar, como llegar a ser un maestro en mi arte.
Después de horas de caminar, el sherpa admite que se ha perdido. No se porque, pero esta vez tampoco me lleve ninguna sorpresa, lo que no alcance a entender es como conseguimos llegar hasta aquí con esa niebla.

A lo lejos empezaron a sonar unas campanas, su sonido era intermitente pero seguía una pauta.
Nos pusimos en camino, en dirección a estas, con un poco de suerte habría un poblado o algo y podrían oriéntanos.
Durante largo rato seguimos andando, la niebla empezaba a desvanecerse y al contemplar el paisaje nevado sin quererlo volví al castillo de las tres torres, donde empezó todo.
Recuerdos de horas y horas de entrenamiento y meditación, de aprender a sobreponerme a las adversidades que se me ponen delante.
De repente, los gritos Naizen me hicieron volver al mundo real, el Akodo estaba dando “instrucciones”, las acate, era la primera vez que lo veía planeando una estrategia y parecía bastante confiado.

Cuando por fin se callo, pude escuchar lo que los otros habían escuchado mucho antes, mientras yo soñaba despierto. Parecía como si una manada de lobos se dirigiera hacia nosotros, aullidos y el ruido de pisadas en la nieve salían del bosque que teníamos delante.
Agarre fuerte la empuñadura de mi katana, escuche su cuero crujir bajo la presión de mi mano, como siempre estaba lista y como siempre yo también.

En el momento en que teóricamente los lobos debían salir del bosque, el ruido desapareció y en su lugar salio una vieja, descalza corriendo sin rumbo, por la nieve.
Siguió corriendo por delante nuestro, como si no se percatara de nuestra existencia. Cuando se acerco lo vi, lo vi en su rostro, no tenía ojos o más bien se los habían arrancado.
La anciana siguió corriendo hasta quedar escondida por un montículo de nieve no muy lejos de nosotros y poco después se escucho un grito.

El Akodo empezó a dirigirse hacia el montículo, yo empecé a avanzar detrás suyo, enseguida me ordeno de quedarme atrás para “proteger” la shugenja y al sherpa.
En mi lugar fue Nodoko, manteniéndose siempre a distancia con su arco listo para lo que fuera a pasar.
Y no paso nada, encontraron un charco enorme de sangre en la nieve y ni rastro de la abuela.

DONGGGGGG la campana volvió a repicar, puede que fuera por la tensión del momento, pero juraría que la campana no sonaba durante el incidente. Cada vez se ponía todo más raro, muchas casualidades para un solo viaje; el mal tiempo que empezó a nuestra llegada, avalanchas que hacen que perdamos nuestro equipo y provisiones, una niebla que hace que nos perdamos en la montaña y finalmente una campana que nos guía hacia algo... parece que algo o alguien esta jugando con nosotros, nos guía y nos dirige hacia donde quiere que vayamos.

Seguimos el sonar de las campanas y al poco tiempo llegamos a un poblado desierto.
Allí el león avanzo dos pasos por delante del grupo y con voz clara y audible ordeno que alguien saliera para someterse a sus preguntas.
Al cabo de un rato prudencial, en el que la paciencia ya empezaba a transformarse en ira, salio un heimin y se lanzo a los pies de Naizen.
Este le hizo un breve interrogatorio y justo cuando llegaba la parte de las desapariciones y las ancianas convirtiéndose en charcos enormes de sangre, apareció el shonin del pueblo.

Hablando con el shonin, descubrimos que estamos a más de medio día de nuestro camino y que las campanadas que oíamos, provenían de un templo, llamado el templo de la campana dorada, dedicado a las fortunas de las plagas y la pestilencia, que esta un poco más arriba del pueblo .
Después de hablar un poco más con el shonin, abandonamos el pueblo y nos dirigimos al templo, donde según el podrán proveernos de provisiones.

Al llegar sonó una campanilla tres veces, se abrió una gran puerta que cerraba el recinto y al otro lado nos recibió un monje, gordo, más gordo que cualquier persona que haya visto nunca. El gordo nos guio a una sala donde estaban; Ikku, un viejo ciego, Senzo, un monje sin manos y finalmente el Oraculo.
Hablamos brebemente con ellos y finalmente nos instalamos en el templo para pasar allí la noche.

Al día siguiente volvimos al pueblo a investigar, aun que solo fue una excusa, pues lo que queríamos era poder hablar sin preocuparnos de que alguien nos espiara, aun que parecia que la misma montaña tenia oídos.
Parece que el Akodo hoy esta animado, me manda a buscar al shonin, como si yo fuera su criado, puede que tenga una deuda con el, una deuda con la que tendré que cargar toda mi vida, pero eso no le da derecho a tratarme como si fuera su esclavo.
“Acompañe” al shonin al templo de shintei que havia abandonado en medio del pueblo y le hize pasar.
En el interior Naizen estaba sentado, mirando en dirección opuesta a la entrada, el shonin, se acerco a el y se arrodillo a una distancia prudencial. Yo simplemente espere al lado de la puerta, a que el Akodo terminara con el.

Al anochecer volvimos al templo y cada uno se encerró en su habitación. No estaba muy enterado, pero por lo que hablaban Nodoko y Naizen el templo de shintei no fue abandonado, tal y como el shonin nos hizo creer.
Todo en este sitio era muy raro.

A media noche sonó la campana, la misma que nos guió hasta el pueblo el día en que nos perdimos, un impresionante DONG nos saco de nuestras habitaciones, cuando salí Nodoko ya estaba en el pasillo y Naizen no tardo nada, algo me hizo pensar que yo no era el único que no podía dormir en este macabro templo.

Bajamos al patio a ver que pasaba, pero aparentemente el templo estaba desierto. Exploramos un poco la zona y finalmente Nodoko encontró una trampilla que conducía a un subterráneo.
Bajamos como pudimos, tanto el león como yo, terminamos de bruces con el suelo, Nodoko y la shugenja viendo lo sucedido tuvieron más cuidado al de bajar y no tuvieron que lamentar nada.

Nos adentramos en el sótano y como más nos adentrábamos más horrible era lo que veíamos, salas de tortura, heimins mutilados, seguimos andando, cruzando puertas, cuerpos desangrándose colgados del techo, continuamos avanzando, no podíamos detenernos para solucionar eso, pues el cáncer del problema seguramente estaría en lo más profundo del templo. Ademas para terminar de arreglar el asunto Nodoko entro en una especie de shock y no dejaba de abanzar, cargando nuestra unica luz con ella.

Al fin, después de pasar por todo ese túnel de los horrores, llegamos a un pasillo, donde el gordo seboso, que nos recibió a la entrada del templo aquel día, estaba guardando para que nadie pasara, aun que era el claramente, era diferente al día anterior, ahora era incluso más gordo.
Después de advertirnos que nuestra intromisión terminaría allí, cerro una reja de hierro detrás de nosotros que impedía nuestra retirada.

El golpe del hierro con el suelo de piedra aun resonaba dentro de mi cabeza que el león ya se lanzaba a la carga.
El gordo seboso, blandía una gran cadena, la cual parecía incapaz de impactar contra Naizen.
Mientras, Nodoko, aparentemente recuperada de su shock, estaba hinchando su cuerpo de flechas, cada impacto provocaba una enorme explosión de sangre y pus. En poco tiempo el suelo estuvo lleno de toda la sangre y grasa que emanaba del cuerpo del gordo seboso, había tanta que al final el león perdió el equilibrio y cayo al suelo.
Yo estaba listo para atacar, para entrar en escena cuando fuera necesario, pero la cadena de ese monstruo me sobrepasaba, seguramente me habría abatido antes siquiera de que llegara a rango.
El gordo asesto un golpe a Naizen, pero aun y estar tumbado en el suelo fue capaz de desviarlo y el siguiente y el siguiente, su talento me dejo impresionado, nunca hubiera pensado que con solo un abanico se pudiera hacer algo parecido.
Por otra parte Nodoko, no paro de disparar sus mortales flechas, que una tras otra fueron impactando en puntos vitales, hasta que al final, el gordo seboso cayó muerto al suelo.

Cogimos sus llaves y avanzamos escaleras abajo.


continuara...

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